Fábula - En la piel de tu perro
Imagínate que vives en un planeta en el que la especie dominante
tiene una inteligencia infinitamente más sofisticada que la de los seres
humanos a quienes, no obstante, tienen como animales de compañía. Se
comunican entre ellos a través de complejas combinaciones telepáticas,
movimientos de ojos y sonidos de alta frecuencia totalmente
ininteligibles e imposibles de aprender para los humanos, cuyos cerebros
sólo están preparados para la adquisición del lenguaje verbal. Lo que
sí pueden aprender los humanos es el significado de algunos sonidos
aislados tras repetidas asociaciones con cosas que tienen relevancias
para ellos. Los Gorn y los humanos establecen lazos muy fuertes pero hay
muchas reglas de los Gorn que los humanos deben intentar asimilar con
una gran cantidad limitada de información disponible y corriendo muchos
riesgos.
Imagina que eres uno de los humanos que tiene la suerte de vivir dentro
de la casa de una familia Gorn. Otros humanos están en el jardín
encadenados en pequeños cobertizos y tienen tanta hambre social, padecen
tal aislamiento que no son capaces de controlar sus emociones cuando se
acerca un Gorn. Los Gorn consideran que por culpa de este
comportamiento nunca llegarán a convertirse en “humanos domésticos”. Son
demasiado excitables.
El hogar que compartes con la familia Gorn está repleto de cuencos de
porcelana llenos de agua, junto con lavamanos. Sin embargo siempre que
intentas hacer pis en uno de ello cualquier Gorn que se encuentre en las
proximidades te ataca. Aprendes a utilizar el retrete sólo cuando no
hay ningún Gorn. A veces llegan a casa y te meten la cabeza dentro del
retrete sin que exista ninguna razón aparente. Odias que te hagan esto y
empiezas a hacerle la pelota cuando llegan a casa para que no te vuelva
a pasar, pero ellos creen que esto es un indicio claro de que eres
culpable de algo que todavía desconocen.
También te castigan por ver vídeos, leer determinados libros, hablar con
otros seres humanos, comer pizza o tarta de queso, escribir cartas,
etc. Los Gorn creen que son problemas de comportamiento. Para evitar
volverte loco esperas a que no estén en casa para tratar de hacer todo
aquello que deseas. Mientras están cerca estás sentado tranquilamente y
con la mirada al frente. Como son testigos de que estás capacitado para
comportarte como lo estás haciendo, un buen comportamiento para el que
tú estás totalmente capacitado, ellos achacan a tu “rencor” que cuando
te quedas solo te pongas a ver películas de video y a transgredir otras
reglas. Se imaginan que seguramente no te gusta que te dejen solo. Te
sacan a pasear varias veces al día y te dejan revistas de crucigramas
para que te entretengas (nunca los has hecho porque odias los
crucigramas, pero los Gorn creen que no les prestas atención por
venganza).
Lo peor de todo es que te caen bien, después de todo se suelen portar
bien contigo. Sin embargo cuando les sonríes te castigan, y lo mismo
sucede si intentas estrecharle la mano para saludar. Si te disculpas,
vuelven a castigarte. No has vuelto a ver otro ser humano desde que eras
muy pequeño y cuando ves uno por la calle muestras tu curiosidad, te
entusiasmas y en ocasiones tienes miedo. Realmente no sabes cómo actuar y
por eso el Gorn te mantiene alejado de otros humanos. Tus destrezas
sociales nunca llegan a desarrollarse.
Al final te llevan a una escuela de “adiestramiento”. Gran parte del
adiestramiento consiste en dejarte momentáneamente sin respiración con
un collar alrededor del cuello. Están convencidos de que entiendes
perfectamente los chillidos que emiten y la comunicación telepática,
porque parece que a veces respondes correctamente. La verdad es que tú
simplemente adivinas, odias el adiestramiento y la mayor parte del
tiempo te sientes muy presionado. Un día ves a un Gorn acercándose con
el collar de adiestramiento en la mano, tienes el síndrome premenstrual,
te duele el cuello y la verdad es que no te apetece soportar la
desconcertante coacción a la que está a punto de someterte. Le dices con
voz seria que por favor te deje en paz y se vaya. Los Gorn están
perplejos por este comportamiento agresivo sin previa provocación,
creían que tenías buen temperamento.
Te meten en uno de sus vehículos y te llevan a dar una vuelta, vas
observando el hermoso paisaje del planeta y te preguntas a donde te
llevarán. El vehículo se para y te dejan bajar en un edificio impregnado
de olor a sudor y a excrementos humanos. Hay humanos en pequeñas jaulas
por todas partes, algunos están nerviosos, otros deprimidos y la
mayoría observa lo que ocurre fuera de sus celdas.
Tus Gorn, con los que habías vivido toda tu vida, te entregan a un
desconocido que te arrastra a una pequeña habitación. Estás aterrorizado
y le gritas a tu familia Gorn que te ayude pero ellos se dan la vuelta y
salen del edificio. Te quedas allí retenido y te ponen una inyección
letal.
Al fin y al cabo es la forma humana de hacer las cosas…